27/9/10

Fuiste tú quien apareció aquella vez.

Hacía frío. Estaba lloviendo. Traía solo unos jeans, una chaqueta y el típico pañuelo que uso a modo de bufanda. Estaba empapada y bastante lejos de casa. Nada de eso importaba. Quería caminar, solo caminar. Avanzar hasta ya no dar más. No tenía destino alguno. Iba sin rumbo. Solo quería caminar. Llorar. Gritar. Pensar. Tenía la mirada perdida en el suelo. Iba con la cabeza cabizbaja. Los ojos llenos de lágrimas. "¿Y ahora qué?" -recuerdo que pensaba-. De repente, vi unos zapatos frente a los míos. Estaban impecables, eran casi nuevos. Levanté la vista. Allí estabas. Casi como un ángel. Recuerdo lo primero que me dijiste "Ánimo, aquí estoy. Siempre estuve y siempre estaré. No desistas, no ahora que queda tan poco. No te desmotives por cosas contra las que aún puedes luchar. Jamás te dejaré caer. Seré aquel farol que de luz a tu sendero. Escucha mis palabras en el viento, soy yo quien te habla. Quien te anima a continuar este camino que muchos llaman vida."

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