Esas conversaciones que comienzan en la madrugada y te hacen (re) considerar lo que habías dejado en el baúl de los recuerdos y asuntos pendientes. Baúl cerrado con siete llaves, seis de las cuales estaban perdidas. Baúl lleno de polvo, que ni el mejor trapo lograría sacarle la mugre pegada a a madera podrida. Baúl, baúl, dulce baúl.
Gracias, señorita K.