Si hay algo que rescato de este año (culiao), fue haber aprendido que la fe es una opción libre y personal, es una respuesta al llamado que Él me ha estado haciendo desde siempre. Llamado que descubro a raíz de una búsqueda de sentido de mi vida; búsqueda de "aquello" que me plenifique, que me haga feliz, que me complete...sin embargo, ¿qué pasa cuando creo que nada tiene sentido? Y no estoy aludiendo a pensamientos depresivos ni nada por el estilo, simplemente es un cuestionamiento personal que me ha acechado todo el (puto) año, y no es la primera vez que ronda por los obscuros y desolados pasillos de mi mente. Al final, llego a la misma conclusión: no sé dónde estoy, no sé a dónde voy. No sé cómo encontrarTe. No me siento capaz de dar ese salto al vacío al que alude Ratzinger, porque simplemente no sé cómo hacerlo. Siento que estoy de pie en la última roca de la montaña: si doy un paso más, caigo al vacío, a Tus brazos, a Tu amor. Pero sigo ahí, en la roca que no quiero estar. A pesar de abrir lo más posible los ojos, y tratar de enfocar bien, no logro ver lo que quieres enseñarme, lo que tienes para mí...para nosotros.
Sigo siendo aquella niña que Tus ojos han visto desde siempre, pero con más angustia, miedo y des-esperanza...y aquí estoy, ahogándome en mi propio lugar. Esperando y deseando que Tus manos sequen los ríos que corren incesantemente por estas mejillas.
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